6.26.2007

Inés Infante 14

A Lule.


Las piernas de Inés forman parte de un reloj, giran autónomas, de modo que su rumbo es esférico al cuadrado. Por la noche el epicentro se convierte en farola, negra y ornamentada, que flota a través de un amarillo Valencia, cobrando vida en el interior de Inés Infante, y los tres giran y giran…

Por las agujas resbala el intento fallido, se escucha al universo clavarse en sus tobillos oxidados, a la nostalgia con teclas de agua frotando la lámpara, espiando la alineación de la ausencia, del agujero en la rodilla izquierda rumiante…escucha Inés el rumor mudo y se convierte en satélite ingravitto.

Inés Infante come en plato pequeño y bebe en vaso grande, se atraganta con la espina del pez espalda, y cura su garganta con miga de pan. Su garganta está arañada por un gato, por eso cuando habla le duelen las palabras y cuando grita escupe sangre.

Manca la asidera de contrastes que mecen la cuna, Inés levanta el cuchillo jamonero, lo precipita hacia los huecos, a golpes de jadeo, a picos. Se sienta en el sofá recostándose en la única idea que la arropa, Inés Infante se sienta en el sofá…

6.24.2007

Inés Infante 13

Inhala Inés el humo de la última calada de su cigarrillo, tira la colilla al suelo y la ahoga en la tierra mediante el talón a movimientos giratorios de 30 grados este y oeste, levanta el pie y la mira, en dos dimensiones, justo al lado, una china… la minúscula piedra se dirige a la colilla en tono altivo: yo, soy una piedra, a lo que la colilla le responde: y yo, una colilla aplastada. Inés permanece perpleja observando; El guijarro continúa su charla: yo, soy parte de este lugar, la colilla entonces, trata de recuperar su dimensión zeta, pero no lo consigue, enmudece… a lo que la piedra se enoja abultado y salta sobre ella. En ese momento Inés levanta la cabeza y ve un niño correr; Lentamente, Infante, exhala el humo de esa última calada.

6.22.2007

Inés Infante 12

Se le mecen las fronteras a Inés Infante cuando calla, cuando silencia su mundo, coge una cinta métrica amarilla, la desenrosca lentamente y elige las piezas, mide su tamaño mientras observa la placa base, todos los integrados de su cuerpo deben alojarse en las diferentes tarjetas, con los que no acoplan ha decidido hacerse unos pendientes…aunque sabe que le harán heridas.

En el silencio de Inés Infante sólo se escuchan las aspas, todo está funcionando según el montaje, las piezas nuevas sustituyeron a los fantasmas antiguos, y de aquella bahía hueca crecieron unos largos brazos para hacerle a su cintura un collar.

Inés procesa los espacios entre aspa y frontera desde su nuevo cuerpo, muy despacio delante del espejo se desnuda, enrosca el silencio a las piezas estilográficas que electrifican sus muslos…se mece biestable itinerando el compás mudo del deseo, adormecida en su nuevo sueño de único rostro perruno y sonriente.

Inés Infante 11

Inés Infante mira tus ojos mientras se desgastan, come tu boca a bocados de humo y señales mientras se termina de vaciar, se arrastra el caracol por la comisura perpendicular a tu nariz y paralela a tu otra comisura, van atravesándose lamiendo lo que queda de sueño, de Inés Infante más grande, de lo nuevo y del delirio final del hambre agazapada al culo y lo que cuelga del interior de tu garganta.
Mientras te vacías Inés Infante mira tus ojos, mientras te desgastas, te viertes al río contaminado, tuerces tu remo ortogonal y se te tuerce en el cerebro el otro pie, se desenfoca la órbita lunar de cada vértebra, secan los afluentes.
Mientras se despereza nace y vuelve a nacer al grito de la calle, la cucaracha, el gato muerto, del accidente…y cruzándose con la ambulancia Inés siente morir una parte de si; Mientras, te mira, y tú no puedes mirarla.

Inés Infante 10

En la decepción básicamente está triste e intenta ocuparse básica en un radio kilométrico, la única idea del aire vendido no alivia la distancia, llora básicamente y básicas caen las lágrimas mientras conduce mareas Inés Infante.

6.19.2007

Inés Infante 9

A Victor.

Inés Infante es aficionada a la criptografía, su palabra clave proviene del Griego, denomina un perro con tres cabezas y cola de serpiente, Inés encripta la decepción de la niña, dibujada a carboncillo al ver caer frente a ella la bicicleta, al perderse en los radios de las dos ruedas que sostuvieron el último de sus sueños, antes del buitre, perdida en la horizontal con la música tan alta que laten sus sienes, las yemas de oliva cuando Kerberos se adelanta y se queda sin niña y sin oliva.

Suele Inés recuperar la clave y el texto cifrado, se sienta en el borde de la cama, enumera las letras de la palabra y de sus orejas va saliendo espuma hacia la nariz, de su nariz sale sangre hacia el interior de sus muñecas, se abren las venas que absorben la espuma y la sangre de su ventana. Finalmente, si ningún intruso ha alterado el mensaje, Inés Infante desencripta el texto y sonríe.

6.18.2007

Inés Infante 8


No sueña Inés Infante,
un buitre picó sus ojos durante un paseo.
Ahora es más feliz.

Inés Infante 7

Inés Infante tiene un collar del elenco de coños freudianos que ha visitado:
La primera no hablaba, Inés ensuciaba el diván con la pócima negra que chorreaban sus focos escocidos, cuando pasaba la hora, Inés Infante y la congestión de su cara tenían que ir escondiéndose detrás de unas gafas de sol hasta llegar al coche.

La segunda sólo conservaba un tercio de su dentadura, mientras Inés esbozaba tímidamente su historia el gran psico-coño medio calvo y mellado estiraba la mano debajo de la mesa hasta el cajón, donde guardaba frutos secos que comía a escondidas bajo la estupefacción del profundo absurdo, finalmente tendió a Inés una tableta de ansiolíticos.

El tercer coño en discordia quiso que Inés descendiera a su mundo y equilibrase su carácter, Inés se imagino encima de una oveja con un delantal a lunares y un portátil, de fondo el berrido de un churumbel… y corrió. Inés Infante corre muy deprisa.

Llego la cuarta, extrajera pelirroja y fría, sus ojos de nieve no escrutaban la historia de Inés, la primera vez que leyó a Inés Infante se creo un cordón umbilical que forjó la progresión y el abandono progresivo de todos los vicios autoagresivos de Inés, quedó la imagen del cuchillo clavado en el meridiano de Greenwitch que atraviesa hasta el último elemento de esta enorme bola de tierra y agua.

6.17.2007

Inés Infante 6

A menudo Inés se queda absorta en la horizontal, cuando lo nuevo y lo viejo se confunden, se imagina que pasaría si alguna vez el barco no se hundiese, si la miraran a los ojos de forma atemporal y se alineará la materia ósea con la gris en un pentagrama, y viajara su suerte entre cuatro espacios y cinco líneas. Inés Infante se queda absorta en la horizontal.

Mientras maquilla los mismos afules ojos suele mirar el espejo, imaginarse una noche más, sus muslos contra otros muslos, saciada la carne…Inés Infante sacia su carne con carne, no sabe saciar su alma.

Inés Infante 5

Inés Infante mantiene el baile de sus dedos y el fluir aluminio del chorro sobre mármol, encauza los afluentes meridiano a meridiano, le ciegan los destellos del tango que aún no ha bailado y detiene su espiración en una palabra...

Inés Infante 4

Inés Infante baila líquida y altisonante mientras se desprende de los minutos que se aprietan entre los azulejos blancos y azules... la música estira las átomos del hilo conductor y su cuerpo de oruga se cuela en la manzana. Es una oruga Inés. Se lanza sobre la cama y la manzana se parte dejando a la intemperie su silencio... desliza sus manos por las pompas y se entretiene en unos versos arrullados al hueso de su cadera...

Inés Infante 3


Inés Infante entra en los taxis con la mente llena de poesía, dos hilos de voz revelan la dirección y un halo amistoso forzado... después llega a casa más o menos media luna.

Inés Infante se levanta y se dirige al baño, llena sus manos de agua que en lugar de fundirse con su cara termina abriéndole afluentes... líquido fluye por Inés cuando decide llenar la pila: pone el tapón, abre el grifo, y observa el proceso mientras le dan vueltas los ojos. A Inés Infante le dan vueltas los ojos... siempre levanta la vista y mira al espejo, primero busca la suciedad, luego la soledad, y finalmente decide chapotear con las palmas hasta llenar el espejo de gotas y explotar su risa contra ellas, sus carcajadas de jabón llenan de pompas la casa fiebre ochentera y aires mestizos...

6.16.2007

Inés Infante 2

Inés Infante es, líquido esculpido de las fauces de un lobo, atropello de intuiciones a compases alternos, placebo de niños, una teta y otra teta, boca a pedazos bebiendo su sangre, colilla mal apagada, del hambre el cenicero, anoréxica de lo continuo. Es una perra soñadora Inés Infante, una miga, una cordillera anímica, una tormenta con su espacio lleno de palabras y tachones donde se deconstruye y se reforma, donde quiebra su cintura antes de echar a correr.

6.15.2007

Inés Infante 1


Inés Infante pronto comprendió la importancia de su lengua madre... apenas con nueve meses y sin dientes hilaba las palabras, a bucles negros y estrellas armadas de posesión sobre los codos, en el carro con el tronco erguido mirando la calle.

Le laten las venas de las muñecas y precipita las manos a su guayaba o su guayaba se precipita sobre ella. Clonación de leona y rata. En la metamorfosis de una perra y una santa nació de los excrementos de sus padres Inés Infante, fue vomitada a la vida, eructada en una montaña donde permaneció sucia bajo la luna y la mierda. Su madre empujaba tanto que cayó por la montaña, y tanto empujó su padre que aún sigue volteando. En la ladera levantó la cabeza, barajó la idea de una mecedora donde permanecer en llano, pero volvió a mirar hacia arriba.