Inés Infante abre un ojo de chimenea, brasas en vientre de ballena y lunares marrón arena de playa, soledad punzante al otro lado del oído, olor a sal y vino saliva de una hormiga, pseudo paseo paz y sonidos de viento.
Se acomoda Inés en un cuerpo incómodo, retuerce un pañuelo en cloroformo y ceniza, acto terrorista del cuerpo que se le antoja, hipo de los hombros que se redondean debajo de una coctelera de migas de pan, donde se agitan, las palabras heridas.
Inés Infante está dentro de una bola de cristal, bailan copos en la oscuridad en movimiento rectilíneo, plumas del edredón descosido se alborotan en la noche, tejado rojizo, no es Inés, no es…juega entre los espacios vacíos, se sube a una pluma de nieve para volar, mientras, se aplana el universo redondo, la bola plana donde alucina, las 364 razones metidas en una botella de agua azul…la nieve cosida a su ombligo, sus sueños…
Se acomoda Inés en un cuerpo incómodo, retuerce un pañuelo en cloroformo y ceniza, acto terrorista del cuerpo que se le antoja, hipo de los hombros que se redondean debajo de una coctelera de migas de pan, donde se agitan, las palabras heridas.
Inés Infante está dentro de una bola de cristal, bailan copos en la oscuridad en movimiento rectilíneo, plumas del edredón descosido se alborotan en la noche, tejado rojizo, no es Inés, no es…juega entre los espacios vacíos, se sube a una pluma de nieve para volar, mientras, se aplana el universo redondo, la bola plana donde alucina, las 364 razones metidas en una botella de agua azul…la nieve cosida a su ombligo, sus sueños…