8.07.2007


A Ángel

Inés Infante 24

Una puerta y varias ventanas, una corriente en la casa de Inés Infante, cierra una y empieza a llover brusco, las vísceras se le amontonan de oeste a este las vísceras…entrecierra otra ventana, el calor la va achicando y se ahoga en su propio espacio, se le olvida respirar mientras intenta cerrar la segunda ventana; Un trueno cuando se acerca a la puerta atraviesa a Inés y la parte, la quema y la moja, la petrifica rompiéndola en descomposición, espiral de miedo en su cuerpo vestido de negro, un ciclo y otro ciclo…Inés hecha astillas en el suelo de retales de amor encajados en cada baldosa de baldosas formando una historia dedal, anhelando un libro de la estantería, evocando mares de alfombra y llorando en la propia sombra que mece el recuerdo. Vuelve a la segunda ventana, Inés se pierde por el camino, a recomponer la puerta… se dispersa entre la madera y come y roe y grita mientras se duerme, se acelera y se muere de una dentellada más por dejar hueco, para afinar la herida…

Inés Infante 25

Inés Infante se abre en su cicatriz y cose punto sí punto no, cose Inés sobre el sofá marrón chocolate y agujas largas agujas, punto sí punto no…y vuelve a abrirse a cocerse en el humo del asfalto y el humo la tiene flotando sobre la propia certidumbre, se retuerce, se achica en lo de más avivando lo de menos y se rompe en una boca que la hace volver a retorcerse, adopta una pose y se deja rescatar una noche y otra noche en una piedra golpeando espalda, susurra en el oído del mundo, no sigue vuelve…no, la atropella el regazo del humo, la destruye, ya no es Inés, ya no es martes, ni ese día señalado del año en el que se le resiste la muerte, ya no es Infante en su esencia mecida a fuego lento por lenta y por mecida, las brasas de su incendio contaminan los recuerdos portados en verso recuerdos, el rojo de su entrega a ninguna parte…

Inés Infante 26

Se pregunta Inés mientras se vuelve muda, va olvidando la fonética de su lengua y el sonido de las palabras en el aire, cuando el aire pregunta muda se vuelve, chispea morfología del silencio, recuerda: Inés recuerda el sentimiento anclado a su cadera en esta ciudad húmeda, lo mira de frente con miedo no lo mira, lo tuvo delante lo tiene de frente y no se atreve, se incendia en su boca contaminada, se recuerda estirándole el alma de las puntas, arropándole las partículas en su pureza y traicionándole, anclada a la existencia de su piel con un enorme gancho de hierro, Inés Infante chorrea ausencia en su garganta, amor ridículo…amor.

Inés Infante 27

Recuperar, enorme bola de duda aprisiona a Inés Infante en el fracaso, en su medio y en su insomnio de peces, la castora se ha astillado, los pedazos flotan en el tiempo y el espacio se cierra y no deja de girar, gira y se cierra arañando las piernas de Inés, golpeándolas…los pies están llenos de heridas y una moneda supura en su talón izquierdo, se incendia una ausencia escrita en los bordes del espejo, en los pies salados y llenos de arena, choca contra las paredes del encéfalo de Inés Infante y rezumba una abeja en sus oídos para recuperar...

Inés Infante 28

Carcelera de huesos Inés se derrama en el cariño y se repite, renovar no sabe querer poeta, olvida aprender a morder la manzana despacio, se emancipa de sí misma dándose a las montañas, el contacto con las nubes es letal en sus dedos que andan reumáticos y en la profundidad de sus fronteras desdibujadas, se transparenta Inés Infante en la alegría de compartir doliendo, en el sadismo cómico del cuento de un brazo aprisionado al mundo, se unifica a la manada y el trote de voz evapora sus huesos mientras Inés Infante se evapora subversiva en un ciclo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Existe un poeta que no nació, guarda su amor ridículo, amor, en una pelota de gritos que amortiguan alfileres, deberia el poeta sacar a bailar al sentimiento de Ines Infante, de espaldas, dejando el miedo en un paragüero sin fondo; mientras dure su danza acariciaremos nuestro sombrero de copa, despues, suavemente nos arrancaremos los ojos, ahora ya inservibles!

Inés Infante dijo...

pequeña... dejas a Inés mudita detrás de sus ojos cansados