12.21.2008

Cree Inés Infante en la poesía que abre sus branquias de medio pez, pero cuanta más arena aumenta el miedo, y esa presencia, en forma de veneno que duele de una forma sobrehumana y perpetúa duele…

Le duele muy hondo el alma a Inés y el dolor empaña sus ojos constantemente, le duele ahí, en el documento donde va escrito tu nombre, en tu flaqueza y la debilidad que se apodera de tu cuerpo, le duele muy hondo tu voz cansada y rota, tu roto cuerpo, tu pelo cayendo a puñados, tu vientre bajo descompuesto como su plexo infante y le urge verte, abrazarte tan fuerte que no te puedas ir.

Está Inés Infante en pena, en penacho, y su móvil callado sobre la mesa y sus lagrimas y el clínex lleno de mocos, siente su alma deshecha gritándole desde el pecho, siente la luna iluminando tus manos torpes que no pueden abrochar un botón, la vida y la muerte siente tan adentro que el mundo va perdiendo su sentido, se le asfalta el alma pobre, sin consuelo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sufre Ines el dolor desconocido, el ajeno, el que va siendo suyo a poros abiertos...
Se aprende a vivir sin respirar... se aprende a respirar sin vivir, Ines; es lo unico que se.

Besos ladrones que te lleven algo de dolor.