7.10.2008

Inés Infante 68


A Inés Infante le falta oxígeno, en sus magullados huesos maúlla sobre una duna de folios, blanca bajo el calor y el frío de la ausencia, enredada en un ovillo Inés se deshila de la vida, sombra que pasa como los minutos muertos del silencio mayúsculo que la sobrepasa, que la aplasta y plastifica con un rodillo de amasar aire, de vincularla a la nada y al grito silente que entrecierra los ojos de Inés, de la diferencia cuadrática de sus facciones, de sus caderas cúspide de costado uno y dos de la malla alrededor de su cabeza…


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Había olvidado a Inés, a Carmen y a la poesía...tu sigues con la magia y mi fuego se hundió en un alma de promesas rotas y recelos de vidas que nunca pudieron ser...se olvida acaso la esencia? Los momentos? las sonrisas? Las lagrimas compartidas? los malos momentos? los sueños que no se cumplieron?
No, olvidar no era la palabra...
Me había dejado ir...
Mil besos, Ruth "la poeta perdida"

Inés Infante dijo...

Todos los poetas estamos desubicados, no te preocupes por eso, Ruth, hay que asumirlo y utilizarlo para encontrar la magia...

Suerte y un beso grande, poeta

Ines