4.20.2008

Inés Infante 59

Una nube se incrusta en la cabeza de Inés Infante y expande la tristeza ninguna solución, inmediatamente se difunde en imposibilidad turbación y miedo, en callejón por el que doblar en la locura de este mundo loco, nube difusa gris sobre gris
se expande inmóvil en la grieta de Inés, desencadena frustración y una piedra en todas las sienes que aprietan todas, falta el aire oxígeno invisible que ansía cuando le atraviesa densa la piedra piedad de agua pide Infante aire, estruendoso silencio que anuncia que viene y estampa rompe quiebra la piedra grita la casa, una madre desbocada pidiendo auxilio en su tono de voz, alimento del viento lágrima infinita de una flor en su desquicio, desesperación aire viciado que no llena los pulmones grito incipiente, poniente en un hogar roto monta Inés Infante en el coche y se aleja con la nube en la cabeza.

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