Se da de bruces Inés Infante con un martes, la hoguera está encendida, una pequeña brasa a la izquierda de su garganta, otra más grande por el altavoz del móvil y una tercera de tamaño inconmensurable a la derecha de su cueva. Sombras de costra esposadas por el pasadizo: formas fálicas, horma de vidrio verde oscuro, centros pélvicos maquiavélicos, estrangulamientos del raciocinio, lágrimas…
Trepa por el palo de madera y observa en el ensordecedor silencio de la penumbra mientras llora…se calientan las plantas de los pies de Inés Infante que sube la música, pasa la página, deja de utilizar el 8% de la piel al sur de su cuerpo.
En el yacimiento del fuego muere Inés Infante, un martes…
9.11.2007
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1 comentario:
Los martes tienen estas cosas, como si se les subiera a la cabeza su impresentable nombre de luto, nos recogen en cualquier esquina o palo y se nos llevan de copas amargas dejándonos una resaca de mil pares y esas lágrimas de miércoles. Esa parte de tu piel aún no se ha muerto, Inés, volverá con otra llama.
Un beso de yesca, cariñet.
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