
En el silencio de Inés Infante sólo se escuchan las aspas, todo está funcionando según el montaje, las piezas nuevas sustituyeron a los fantasmas antiguos, y de aquella bahía hueca crecieron unos largos brazos para hacerle a su cintura un collar.
Inés procesa los espacios entre aspa y frontera desde su nuevo cuerpo, muy despacio delante del espejo se desnuda, enrosca el silencio a las piezas estilográficas que electrifican sus muslos…se mece biestable itinerando el compás mudo del deseo, adormecida en su nuevo sueño de único rostro perruno y sonriente.
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