7.06.2007

Inés Infante 19

Un pensamiento de Inés Infante surge de un grano de arena y va expandiendo en halos crecientes y contenidos en una exclusión evolutiva, se va conformando en grescas de los menores, y sin embargo, carece de las pequeñeces propias de lo grande. Va creciendo en una evolución que increpa volver a ser grano, y convoluciona en un mundo sin esquinas, en un sueño de largo recorrido carente de meta…envolvente, absurdo, tan externo como interior, tan lúcido como etéreo, tan mentira como el nivel de opacidad del cristal de los ojos de Inés, tan principio como estancado se sumerja en los adentros y angustie lo efímero del todo. No avanza, se clava fuerte entre la uña y la piel, como una pincha negra imposible, como un vicio sin objeto ni ser humano que lo ejercite, se clava en el culo de la ficha de domino, en los puntos, en la doble blanca divina.
Inés Infante sabe que se machaca el mundo en las esquinas, las mismas que mean los perros y los borrachos.
Vomita Inés su deseo de encarecer el dolor, dilucidar el rechazo, buzonear lo políticamente incorrecto, el deseo propio del deseo, de los que desean, los proyectos, el comensal sentado a la mesa, la sombra del escritor sin folios, sin lápiz, el mundo machacando el deseo, el mismo escritor sin ganas… sin esquinas.
Le crecen esquinas a Inés Infante mientras el mundo se machaca sobre una minúscula plataforma.

1 comentario:

Clara Rincon dijo...

Inés necesita su espacio para crecer aunque sea en las esquinas donde mean los perros y los borrachos. Y de vomitar... bueno, todo lo que se pare después es vomitado en la palabra. Sigue así, Inesita, sigue creciendo.

Tu amiga Clara