Inés Infante es aficionada a la criptografía, su palabra clave proviene del Griego, denomina un perro con tres cabezas y cola de serpiente, Inés encripta la decepción de la niña, dibujada a carboncillo al ver caer frente a ella la bicicleta, al perderse en los radios de las dos ruedas que sostuvieron el último de sus sueños, antes del buitre, perdida en la horizontal con la música tan alta que laten sus sienes, las yemas de oliva cuando Kerberos se adelanta y se queda sin niña y sin oliva.
Suele Inés recuperar la clave y el texto cifrado, se sienta en el borde de la cama, enumera las letras de la palabra y de sus orejas va saliendo espuma hacia la nariz, de su nariz sale sangre hacia el interior de sus muñecas, se abren las venas que absorben la espuma y la sangre de su ventana. Finalmente, si ningún intruso ha alterado el mensaje, Inés Infante desencripta el texto y sonríe.
4 comentarios:
Excelente síndrome para una poeta.La sangre de las venas huele bien cuando la descifras y no hay buitre que soporte su poder.
Doloroso proceso necesario para encontrar una sonrisa al fondo.
Doloroso como todo proceso creativo. Por eso tiene más valor el resultado. A la vista está.
Toni
(Es una buena idea la de los blog. ¿Por qué no se ha apuntado más gente? Es otro modo de estar en contacto para quienes no podemos acudir todos los jueves).
Poco a poco nos iremos reuniendo,
la magia no cuenta el número de personas, simplemente está, como anoche...Gracias a las tres poetas, mujeres esculpiadas en letras que dejaron la boca entre abierta de Inés Infante
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