4.20.2008

Inés Infante 60


Cuando Inés Infante tenía 8 años se encerraba en el armario, en la oscuridad respiraba hondo para llenar los pulmones, vaciar la tristeza vacío Infante que le acompaña desde su nacimiento, el miedo al mundo, bicho que la carcome en su visión Inés ensombrecida. Se escondía en el armario, en la oscuridad, desaparecer y cada deseo ha sido el mismo deseo desde que Inés tenía 8 años.

Inés Infante 59

Una nube se incrusta en la cabeza de Inés Infante y expande la tristeza ninguna solución, inmediatamente se difunde en imposibilidad turbación y miedo, en callejón por el que doblar en la locura de este mundo loco, nube difusa gris sobre gris
se expande inmóvil en la grieta de Inés, desencadena frustración y una piedra en todas las sienes que aprietan todas, falta el aire oxígeno invisible que ansía cuando le atraviesa densa la piedra piedad de agua pide Infante aire, estruendoso silencio que anuncia que viene y estampa rompe quiebra la piedra grita la casa, una madre desbocada pidiendo auxilio en su tono de voz, alimento del viento lágrima infinita de una flor en su desquicio, desesperación aire viciado que no llena los pulmones grito incipiente, poniente en un hogar roto monta Inés Infante en el coche y se aleja con la nube en la cabeza.

4.19.2008

Inés Infante 58

Dobla Inés por el callejón del abismo y dobla el cuerpo su cuerpo que extraña, pierde la perspectiva en la esquina, el kilometraje pierde la calma y se aglomeran en un amasijo los músculos la vida, el mundo mierda escaso de aire aliento que le grita dormido, perdido, y pierde Inés la nitidez entrecierra Infante los ojos en una anciana escapa, de los peces mente estrella de mar agua que le falta ola contra roca, estirpe linaje de lino y brinda una flor a la espada punta de la palabra, mal jugarse la sonrisa de la sangre podredumbre respirar, una pedrada al salir a la calle y otra, padre piedra en el estómago de Inés Infante y el día continua en su herida, en la calada de tráfico, en el hambre, en el cauce del agua...

Una pedrada en el estómago de Inés.

4.15.2008

Recital de Alter Ego I

Inés Infante 57

Una lágrima recorre la espalda de Inés, negro y vacío, desaparecer Infante quiere, invisible, quebrada en voces y paso deleble pasea por ninguna parte…una lágrima negra.

4.03.2008

Inés Infante 56

Se exhibe Inés en la prisión de su esqueleto, vive en un espacio del que no puede salir y no puede entrar donde moldea su libertad y afila las alas, llora a menudo de opresión y de pena y de quebranto de dignidad, enano de jardín perdiendo color erosionado por el viento que origina su llanto, vive en la penumbra sin derecho a soñar ni a pasear por sueños conjuntos, en el suspense y en la espera en el desconocimiento algunas veces. Vive en una respiración que no es la suya.

La duda destiñe la ilusión del cuerpo de Inés Infante, lo parte en el meridiano del miedo: teme oler una flor, aproximar sus fríos pies, la sombra esquina que le asusta, teme extralimitar su sonrisa a la fantasía, no saber dormir. Le asusta la distancia, sobretodo cuando la miras y reconoce la vergüenza de si misma, nada es, mirando una mariposa blanca.

Abre los ojos Inés para sentir, perspectiva, aleteo regazo, sueña con soñar, se le hunde el pecho sobre un cuerpo y su vida se relaja, da gritos de ciego, de limadura a imán, da palos de todo y espera, diaria premisa en la cuerda floja y sopla viento del éste, no saber dormir o no poder soñar, esperar esperar y esperar sin saber esperar, corrosión...Inés Infante.