8.31.2007

Inés Infante 34



Viaja Inés Infante con un pingüino, cuando se le abre un agujero en las muñecas el pingüino levanta su aleta derecha y vierte copos de nieve sobre ellas; Si se tropieza con una piedra invisible le deja caer y dobla la cabeza mientras redondea sus ojos atravesando las ojeras de Inés.

Un pingüino acaricia el alma de Inés Infante las noches de luna nueva, Inés coge aire en la exhalación del pingüino…


¡Felicidades, María!

8.29.2007

Inés Infante 33


La Luna conduce a Inés Infante, sopla volatilizando su traje de antinovia, se funden a bajas presiones y flotan entre las trémulas agujas de Inés. Baila Luna danza del vientre con el minutero mientras Inés oscila en el sofá, levitan las capas blancas de su vestido, los mechones de agua, la astucia, el hambre, el contorsionismo aliñado de saliva.

La gravedad arranca la verja Inés Infante lame la Luna

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8.23.2007

Inés Infante 32

Navega Inés Infante en una vena de su tabique nasal, bucea infinitamente buscando la salida, el oxígeno, una frase a la que agarrarse del tronco, acueducto o puente, arquitectura de voces por las paredes de la vena; Se zambulle Inés en el líquido rojo de su cuerpo, se encuentra y se pierde, deambula verticalmente en un freno imposible…
Rompe con la gravedad asomando la cabeza, manchando su invisible pijama , evaporándose en bolas de aire, espermatozoide sobre blanco papel del wc, folio, auxilio, colapso a espada de madera astillada…

Inés Infante sangra por la espada de Peter Pan.

8.22.2007

Inés Infante 31

¡Ámonos quillo! En las pupilas de Inés Infante zapatea un gitano, y oleee… zapatea, su primo da palmas, arden las pupilas de Inés, sobre la boca, un cuarto de luna abierta. Entre las oscuras palmas, se forma una minúscula guarida donde crece romero, y se bebe manzanilla, Inés se cuela, cuidadosamente y se acurruca, el pecho le late al compás y el aire se le entrecorta en destellos…y oleee!
Entre una línea y otra de su palma Inés Infante yace excedida con los zapatos negros en los ojos y un túnel en sus oídos, ¡ámonos quillo, ámonos!

8.19.2007

Inés Infante 30

Anda Inés Infante ladeando preguntas, pensando en nada, cabiz-alta baja o cabiz-baja alta…anda endemoniadamente frágil, agarrada a libros polvorientos y preguntas antiguas que se tropiezan con respuestas también antiguas por no buscar otras respuestas que anden endemoniadas, de puntillas, rectas, en la armonía del cantar la espinela acariciando sus oídos de perra callejera.

Inés Infante 29

Inés Infante cuelga con alfileres trozos de folio en una pared invisible, observa sentada en la cama el resultado global y cada uno por separado; Puede partir algunos en trozos más pequeños pero seguramente se corte las manos. Si hace mucho frío Inés se lleva la pared a la calle, abre la puerta de casa y la saca torpemente, la mete en el coche ahuevado y arranca, se le ha abollado la chapa del acompañante en el empeño, pero a Inés le gusta llevar la pared por si llueve, y llueve…la tapicería es una capa de aire calido altamente sensible a la humedad, de ruidos en el silencio, de silencio en el desgaste de los asientos…el coche de Inés Infante es agua que cae mientras, con las manos en el volante, trata de pasar el limpia por la retina.

8.07.2007


A Ángel

Inés Infante 24

Una puerta y varias ventanas, una corriente en la casa de Inés Infante, cierra una y empieza a llover brusco, las vísceras se le amontonan de oeste a este las vísceras…entrecierra otra ventana, el calor la va achicando y se ahoga en su propio espacio, se le olvida respirar mientras intenta cerrar la segunda ventana; Un trueno cuando se acerca a la puerta atraviesa a Inés y la parte, la quema y la moja, la petrifica rompiéndola en descomposición, espiral de miedo en su cuerpo vestido de negro, un ciclo y otro ciclo…Inés hecha astillas en el suelo de retales de amor encajados en cada baldosa de baldosas formando una historia dedal, anhelando un libro de la estantería, evocando mares de alfombra y llorando en la propia sombra que mece el recuerdo. Vuelve a la segunda ventana, Inés se pierde por el camino, a recomponer la puerta… se dispersa entre la madera y come y roe y grita mientras se duerme, se acelera y se muere de una dentellada más por dejar hueco, para afinar la herida…

Inés Infante 25

Inés Infante se abre en su cicatriz y cose punto sí punto no, cose Inés sobre el sofá marrón chocolate y agujas largas agujas, punto sí punto no…y vuelve a abrirse a cocerse en el humo del asfalto y el humo la tiene flotando sobre la propia certidumbre, se retuerce, se achica en lo de más avivando lo de menos y se rompe en una boca que la hace volver a retorcerse, adopta una pose y se deja rescatar una noche y otra noche en una piedra golpeando espalda, susurra en el oído del mundo, no sigue vuelve…no, la atropella el regazo del humo, la destruye, ya no es Inés, ya no es martes, ni ese día señalado del año en el que se le resiste la muerte, ya no es Infante en su esencia mecida a fuego lento por lenta y por mecida, las brasas de su incendio contaminan los recuerdos portados en verso recuerdos, el rojo de su entrega a ninguna parte…

Inés Infante 26

Se pregunta Inés mientras se vuelve muda, va olvidando la fonética de su lengua y el sonido de las palabras en el aire, cuando el aire pregunta muda se vuelve, chispea morfología del silencio, recuerda: Inés recuerda el sentimiento anclado a su cadera en esta ciudad húmeda, lo mira de frente con miedo no lo mira, lo tuvo delante lo tiene de frente y no se atreve, se incendia en su boca contaminada, se recuerda estirándole el alma de las puntas, arropándole las partículas en su pureza y traicionándole, anclada a la existencia de su piel con un enorme gancho de hierro, Inés Infante chorrea ausencia en su garganta, amor ridículo…amor.

Inés Infante 27

Recuperar, enorme bola de duda aprisiona a Inés Infante en el fracaso, en su medio y en su insomnio de peces, la castora se ha astillado, los pedazos flotan en el tiempo y el espacio se cierra y no deja de girar, gira y se cierra arañando las piernas de Inés, golpeándolas…los pies están llenos de heridas y una moneda supura en su talón izquierdo, se incendia una ausencia escrita en los bordes del espejo, en los pies salados y llenos de arena, choca contra las paredes del encéfalo de Inés Infante y rezumba una abeja en sus oídos para recuperar...

Inés Infante 28

Carcelera de huesos Inés se derrama en el cariño y se repite, renovar no sabe querer poeta, olvida aprender a morder la manzana despacio, se emancipa de sí misma dándose a las montañas, el contacto con las nubes es letal en sus dedos que andan reumáticos y en la profundidad de sus fronteras desdibujadas, se transparenta Inés Infante en la alegría de compartir doliendo, en el sadismo cómico del cuento de un brazo aprisionado al mundo, se unifica a la manada y el trote de voz evapora sus huesos mientras Inés Infante se evapora subversiva en un ciclo.

Inés Infante 23


A Nicolás


Un perro lame las heridas de los pies de Inés Infante, la despierta con la zapatilla en la boca, la busca eternamente. Siente Inés el desconcierto del ciclo, el principio de principios el girar de las ausencias y, siente la lengua del perro en su dedo índice del derecho pie, observa su rostro canino reclamando tiempo, pidiendo…se ahoga en la llanura del tengo sin tener y sin, careciendo de manos y de pelo, de extremidad que la enrede, entreviéndola esconderse entre los troncos de los árboles, de las choperas, bebiendo el curso sinsentido veloz sentido sin, acostada en la cama, cansada, Inés Infante no nació de pie, aunque se lo ocultan.

El calor cae seco sobre los hombros de la circunvalación de su sonrisa, el perro bebe sus carcajadas y se relame, se relame el perro de Inés Infante y entre dientes desencajados se cuela un rayo huidizo... los parpados de Inés Infante erosionan en la madrugada mientras sus piernas se quedan frías...